Intacta...

Al verla recordé que el tiempo no estaba detenido
Y que con la juventud, nunca nadie pacta…
La lozanía de su piel ya se había perdido,
Pero su manera de mirarme, seguía intacta.

Su mano muy temblorosa se extendía
Y aunque seguía siendo una caricia tersa,
Logrando de hecho alcanzar la mía,
Ya no lo hacía con la misma fuerza.

Me hablaba de sus muchas vivencias,
Las tantas que tuvo después de mí…
Se reía a veces de algunas coincidencias
Que le recordaron el día en que la conocí.

Al dejar que me contara en detalle,
Me hizo un resumen de nuestra historia,
No recordaba una que otra calle,
Pero aún seguía intacta su memoria.

Se le escapaban detalles pequeños,
Pero era a la vez contando minuciosa,
Me hablaba de cada uno de sus sueños
Cuando aún se sentía joven y hermosa.

Se sabía la letra de muchas canciones,
De algunas que incluso nos marcaron.
Hizo referencia a tantas emociones
Que en su alma, ocultas se quedaron.

Me habló del hijo que nunca tuvimos
Y que tanto ambos habíamos deseado,
Hasta recordó el nombre que elegimos
Y la ropa que le habíamos comprado.

Confesó que ya no se veía en los espejos,
Para no sentir del tiempo sus pasos…
Que no le gustaba imaginarme lejos,
Que extrañaba estar entre mis brazos.

Ya no bailaba como antes lo hacía,
Cuando le gustaba llevar el compás,
Sentir como su cuerpo se mecía
A la derecha, izquierda, adelante y atrás.

Cuando era muy alegre y extrovertida
Y se vestía muy segura de verse bella,
Cuando avanzaba segura por la vida
Y sentía que el universo era de ella.

Le gustaba escuchar que la piropeaban,
Que le dijeran que era mujer de fina estampa,
Aún guardaba las barajas con que jugaban,
Sus amigas y ella, les hacía trampa.

Era veinte años mayor que yo, veinte,
Dos décadas que no tuvieron peso,
Aún sentía la pasión que se siente
Cada vez que vamos a dar un beso.

Su sonrisa indescifrable, enigmática,
Seguía siendo en gran parte abstracta,
Fue tanto el sentir que puso en práctica,
Que su manera de amar estaba intacta.

Me miró sonriente y entonces exclamó
Serena, con una impresionante calma,
No sé contigo dónde habré viajado yo,
Pero tú eres pasajero de mi alma.

Me dijo muy seria, mirándome,
Que en honor a mi sentir de hombre,
Se prometió vivir recordándome
Y morir diciendo mi nombre.


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