No quiero esperar a ser vieja para aprender a dejar de lado lo superfluo.
No quiero esperar a ser vieja para entender mi completa espiritualidad, para ser conciente de que soy efímera.
No quiero esperar a ser vieja para comprender que mientras más viejos nos hacemos menos nos empieza a importar tanto accesorio.
No puedo esperar a ser vieja para poder disfrutar de la sabiduría del silencio y oír su voz tenue seduciendome con su inmortalidad.
No puedo esperar a ser vieja para ser libre de las tonterías y moldes que la sociedad impone como formas y buenas costumbres, sólo para encajar en lo que todos consideran un status de vida respetable.
No puedo esperar a ser vieja para liberarme de los complejos que a los jovenes tanto nos asedian.
No quiero esperar a ser vieja para amarte sin pudor, para decirte lo mucho que te amo.
No quiero esperar a sentir a la muerte tocar a mi puerta para poder ser feliz y hacer todo lo que siempre quise, esas pequeñas cosas que nos obsesionan y que se vuelven indispensables.
No quiero esperar a ser vieja para abrazarte sin contenerme por el qué dirán.
No quiero esperar a ser vieja para comprender que como ser humano mi presencia es tan insignificante en el universo y que por eso la cortedad de la vida es lo que la hace tan bella.
No quiero esperar a ser vieja para amar con el alma sin inhibiciones, para amar con todo el corazón sin detenerme a analizar si es correcto o no... soy tan joven aún, que no quiero irme... no quiero irme sin antes decirte que te amo y que no me importa si hoy muero; el sólo hecho de haberte tenido a mi lado y haberte conocido es el mejor regalo que me dio la vida y la respuesta más dulce que recibí de Dios a mi pregunta de si mi vida tenia sentido... no deseo nada más.
No quiero esperar a ser vieja para que me importe un bledo si me escuchan o no, si puedo hablar... o ya no. Te he hablado a ti y te he oído hasta en mis momentos más terribles y oscuros.
Asi que no deseo nada más...
No esperaré a ser vieja para hacer lo que otros se desesperan por hacer recién cuando sienten cerca la proximidad de la muerte.
No me arrepiento de nada...
He vivido mal y bien; he comido de los más deliciosos y refinados manjares y las porquerías más insólitas.
He dado gracias a Dios y he blasfemado.
He amado y he odiado.
He odiado... y he perdonado.
No me arrepiento de nada.
Si hoy es el día me voy con la tranquilidad de que viví plenamente... intensamente.
REGISTRADO EN safeCREATIVE
Todos los derechos reservados
Madelym Orosco Lizano