Dos sonetos eróticos de Francisco de Quevedo...

No te quejes, ¡oh, Nise!, de tu estado 
aunque te llamen puta a boca llena, 
que puta ha sido mucha gente buena 
y millones de putas han reinado. 

Dido fue puta de audaz soldado 
y Cleopatra a ser puta se condena 
y el nombre de Lucrecia, que resuena, 
no es tan honesto como se ha pensado; 

esa de Rusia emperatriz famosa 
que fue de los virotes centinela, 
entre más de dos mil murió orgullosa; 

y, pues todas lo dan tan sin cautela, 
haz tú lo mismo, Nise vergonzosa; 
que aquesto de honra y virgo es bagatela.
Rapándoselo estaba cierta hermosa, 
hasta el ombligo toda arremangada, 
las piernas muy abiertas, y asentada 
en una silla ancha y espaciosa. 

Mirándoselo estaba muy gozosa, 
después que ya quedó muy bien rapada, 
y estándose burlando, descuidada, 
metióse el dedo dentro de la cosa. 

Y como menease las caderas, 
al usado señuelo respondiendo, 
un cierto saborcillo le dio luego. 

Mas como conoció no ser de veras, 
dijo:¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo? 
Que no es ésta la leña deste fuego.



















De precoz inteligencia, lo llevaron al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid y después estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Es lugar común que durante la estancia de la Corte en Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora...Para saber más pulse aquí.

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