Sonetos de Jorge Luis Borges

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. 
Ya no compartirás la clara luna 
ni los lentos jardines. Ya no hay una 
luna que no sea espejo del pasado, 

cristal de soledad, sol de agonías. 
Adiós las mutuas manos y las sienes 
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
la fiel memoria y los desiertos días. 

Nadie pierde (repites vanamente) 
sino lo que no tiene y no ha tenido 
nunca, pero no basta ser valiente 

para aprender el arte del olvido. 
Un símbolo, una rosa, te desgarra 
y te puede matar una guitarra. 
Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
Hay tantas otras cosas en el mundo; 
un instante cualquiera es más profundo 
y diverso que el mar. La vida es corta 

y aunque las horas son tan largas, una 
oscura maravilla nos acecha, 
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
que nos libra del sol y de la luna 

y del amor. La dicha que me diste 
y me quitaste debe ser borrada; 
lo que era todo tiene que ser nada. 

Sólo que me queda el goce de estar triste, 
esa vana costumbre que me inclina 
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Un amor diferente.

Siente la ternura de ese abrazo
cerrando sus ojos soñadores,
quizás con el esta cabalgando
sobre prados de arcoiris y de flores.

Recordando otras fotos donde el hombre
de sufrimiento mata a los animales
tengo a ti niña que recordarte
para que olvide mi corazón, tantas maldades.

Y quedarme con tu ternura y sentimiento
y soñar contigo un nuevo mundo
donde todos seamos uno solo
con tu corazón tan amable y tan profundo.

Sintamos la belleza que transmite
este acto tan lleno de ese amor
un amor que aunque sea tan diferente
transmite la calidez del mismo sol.

Si de niños amamos a otras criaturas
cuando adultos respetaremos esas vida
y respetándolas a todas una a una
de nuestra vida haremos una aventura.

Ángel Reyes Burgos
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