Un suspiro y Te ayudo a ser infiel, sonetos

Un suspiro

Pasaste ante mis ojos tan coqueta,
Hermoso el rostro. Majestuoso el paso
que quise convertirme en un abrazo
que te atrapara espléndida y completa.

Pasaste de belleza tan repleta,
Tan linda, nena, que de aquel vistazo,
me quise transformar en un pedazo
de caricia arcangélica y discreta.

Pasaste tan preciosa que por eso
me quise convertir, con suave giro,
en un romántico y rendido beso.

Sin embargo, de tanto que te admiro,
extasiado en fantástico embeleso,
Me transformé no más... en un suspiro.
Te ayudo a ser infiel 

Te ayudo a ser infiel, como se ayuda
a dar al niño sus primeros pasos,
que en medio de mis ósculos y abrazos
como un espectro volará tu duda.

En la nocturnidad oscura y muda
te llenará cupido de flechazos
para que al fin olvides tus rechazos
mientras mi loca mano te desnuda.

Déjame ser tu cómplice al pecado:
romance por destinos florecidos
no quede por prejuicios perturbado.

Tu cuerpo con mi cuerpo tan unidos
que luego cada quien ya por su lado
a cuidar tornaremos nuestros nidos.





















De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del dolce stil nuovo: Guido Guinizzelli (1240-1276), Guido Cavalcanti (1259-1300) y Cino da Pistoia, entre otros, quienes emplean ya los dos cuartetos y los dos tercetos, éstos últimos con una estructura variable...Para saber mas pulse aquí.

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