Sonetos XIV y XV de Garcilaso

SONETO XIV

Como la tierna madre, que el doliente 
hijo le está con lágrimas pidiendo 
alguna cosa, de la cual comiendo, 
sabe que ha de doblarse el mal que siente.

Y aquel piadoso amor no le consiente 
que considere el daño que, haciendo 
lo que le pide hace, va corriendo 
y aplaca el llanto y dobla el accidente,

así a mi enfermo y loco pensamiento, 
que en su daño os me pide, yo querría 
quitarle este mortal mantenimiento.

Mas pídemele y llora cada día
tanto que cuanto quiere le consiento,
olvidando su muerte, y aun la mía.
SONETO XV

Si quejas y lamentos pueden tanto, 
que enfrenaron el curso de los ríos, 
y en los diversos montes y sombríos 
los árboles movieron con su canto;

si convirtieron a escuchar su llanto 
los fieros tigres, y peñascos fríos; 
si, en fin, con menos casos que los míos 
bajaron a los reinos del espanto,

¿por qué no ablandará mi trabajosa 
vida, en miseria y lágrimas pasada, 
un corazón conmigo endurecido?

Con más piedad debría ser escuchada 
la voz del que se llora por perdido 
que la del que perdió y llora otra cosa.
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