Un canto a la ternura...

Si te miro mi niña que estas malita
la dulzura se apodera de mis sentidos
y en mis brazos te cobijo con mi ternura
que sientas mi corazón en el tuyo cautivo.

Te acuno mi amor entre mis brazos
y te beso y te digo cuanto te quiero
para que te sientas amada, solo por eso...
y creas que junto a mi estas en el cielo.

Suspirando de amor te sientas dichosa
vuelen pétalos de flores de bellas rosas
que cubran tu corazón con mi fragancia
y te sientas muy amada mujer preciosa.

Fabricaré un arco iris para tus males
y veas la vida de colores hermosos
acariciaré tu alma con mil sonrisas
y plantaré mil besos sobre tus ojos.

Tomaré tu carita entre mis manos
besaré tus labios con besos de amor
y si nada te cura de la tristeza...
de tus labios niña me llevaré tu dolor...

Ángel Reyes Burgos 

La Cautiva...José de Espronceda...


Ya el sol esconde sus rayos,
el mundo en sombras se vela,
el ave a su nido vuela.
Busca asilo el trovador.

Todo calla: en pobre cama
duerme el pastor venturoso:
en su lecho suntüoso
se agita insomme el señor.

Se agita; mas ¡ay! reposa
al fin en su patrio suelo;
no llora en mísero duelo
la libertad que perdió.

Los campos ve que a su infancia
horas dieron de contento,
su oído halaga el acento
del país donde nació.

No gime ilustre cautivo
entre doradas cadenas,
que si bien de encanto llenas,
al cabo cadenas son.

Si acaso, triste lamenta,
en torno ve a sus amigos,
que, de su pena testigos,
consuelan su corazón.

La arrogante erguida palma
que en el desierto florece,
al viajero sombra ofrece,
descanso y grato manjar.

Y, aunque sola, allí es querida
del árabe errante y fiero,
que siempre va placentero
a su sombra a reposar.

Mas ¡ay triste! yo cautiva,
huérfana y sola suspiro,
el clima extraño respiro,
y amo a un extraño también.

No hallan mis ojos mi patria;
humo han sido mis amores;
nadie calma mis dolores
y en celos me siento arder.

¡Ah! ¿Llorar? ¿Llorar?... no puedo
ni ceder a mi tristura,
ni consuelo en mi amargura
podré jamás encontrar.

Supe amar como ninguna,
supe amar correspondida;
despreciada, aborrecida,
¿no sabré también odiar?

¡Adiós, patria! ¡adiós, amores!
La infeliz Zoraida ahora
sólo venganzas implora,
ya condenada a morir.

No soy ya del castellano
la sumisa enamorada:
soy la cautiva cansada
ya de dejarse oprimir.

Al pozo de los deseos...

Al pozo de los deseos
tire la moneda un día,
quería saber la respuesta
si de verdad me querías.

Un silencio largo y triste
de ese pozo se adueñó
y no supe por que callado
ese pozo se quedó.

Daba vueltas y mas vuelta
al pozo de los deseos
gritando fuerte tu nombre
gritando cuanto te quiero.

Desesperado me alejaba
de este sitio de tristeza
con solo una pregunta
rondándome la cabeza.

De la profundidad del pozo
un trueno me respondió
no me preguntes a mi
y escucha a su corazón.

Ángel Reyes Burgos 
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