La jaca y la niña.

Por la sierra viene bajando
mi niña sobre su jaca
dos zorros la están mirando
entre dos matas de zarza.

Al pasar junto a los zorros
una cascabel que suena
y encima de unos abrojos
mi niña llora de pena.

La jaca se le ha asustado
rodó su costado en tierra
los zorros están llorando
en ese tramo de sierra.

Un lobo se acerca corriendo
lame su mejilla abierta
y de esa llaga sangrando
hace versos de poeta.

Ya mi niña se levanta
de nuevo a la jaca monta
y con caricias en su garganta
por la sierra trota y canta,
que contenta esta mi niña
con sus caireles de plata...

Ángel Reyes Burgos

Sonetos de Ángel Reyes Burgos, Amanecer en tus brazos

Entre mis alas

Mis alas serán de tus tristezas
el bálsamo que te cubra en las mañanas
como el agua de una fuente pura y clara
que realce tu tersura y tu belleza.

Yo seré tu ángel de la guarda
para liberarte de pesadillas y lamentos
y quitarte de tu alma el sufrimiento
para que te sientas feliz y enamorada.

Tu serás mi alegría de cada día 
cuando tus besos me curen el sentimiento
en los días que mi alma este sombría. 

y muy dentro de mi, en el pensamiento
llegará hasta el fondo la alegría
que me quitara las tristezas y los tormentos.
Amanecer en tus brazos

La noche se despide de las sombras
y da paso a la luz de un nuevo día
y yo que en la penumbra te hice mía
no quiero descansar cuando me nombras.

Tus labios murmuran mil te quiero
con los besos ardientes de tu boca
de nuevo tus abrazos me provocan
que subamos cabalgando hacia el cielo.

Ya en tus brazos creo estar muriendo
y entre gritos te mueres de placer
cuando siento que mi cuerpo esta temblando

y pienso ya en un nuevo amanecer
que deje a tu pecho suspirando
y a mi alma que vuelva a enloquecer.



Sonetos de Garcilaso y Góngora,

Garcilaso de la Vega

Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por do me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si ella quisiere, y aun sabrá querello;

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
Luis de Góngora

En crespa tempestad del oro undoso 
nada golfos de luz ardiente y pura 
mi corazón, sediento de hermosura, 
si el cabello deslazas generoso.

Leandro en mar de fuego proceloso 
su amor ostenta, su vivir apura; 
ícaro en senda de oro mal segura 
arde sus alas por morir glorioso.

Con pretensión de fénix, encendidas 
sus esperanzas, que difuntas lloro, 
intenta que su muerte engendre vidas.

Avaro y rico y pobre, en el tesoro, 
el castigo y la hambre imita a Midas, 
Tántalo en fugitiva fuente de oro.

La jaca y la niña.

Por la sierra viene bajando
mi niña sobre su jaca
dos zorros la están mirando
entre dos matas de zarza.

Al pasar junto a los zorros
una cascabel que suena
y encima de unos abrojos
mi niña llora de pena.

La jaca se le ha asustado
rodó su costado en tierra
los zorros están llorando
en ese tramo de sierra.

Un lobo se acerca corriendo
lame su mejilla abierta
y de esa llaga sangrando
hace versos de poeta.

Ya mi niña se levanta
de nuevo a la jaca monta
y con caricias en su garganta
por la sierra trota y canta,
que contenta esta mi niña
con sus caireles de plata...

Ángel Reyes Burgos
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