Gutierre de Cetina, sonetos

Aquel nudo que ya debía ser suelto
después que pude ver claros mis daños,
llevándose tras sí los tristes años
en perpetua prisión me tiene envuelto.

¿Quién pensará jamás viendo tan vuelto,
tan mezclado un amor con mil engaños,
pudiera el corazón en tan extraños
lazos permanecer preso y revuelto?

Mas si la voluntad de un firme amante
puede el tiempo mudar, si libre verme
puedo una vez de este enojoso nudo,

de aquel mismo valor, de aquel diamante
que es agora mi fe, pienso hacerme
a los ojos un yelmo, al alma escudo.
Con gran curiosidad, con gran cuidado,
por la rara beldad que en ellos vía,
curaba sus cabellos noche y día
el famoso David el hijo amado.

Cuando, crecidos ya, siendo aquejado
del valiente Joab que lo seguía,
de los cabellos que él criado había
para su mal se vio quedar colgado.

Así un luengo esperar, dudoso, incierto,
a costa del vivir crió el deseo
y puso toda en él su confianza;

hasta que, ya el engaño descubierto,
siguiéndome el dolor, quedarse veo
colgado el desear de la esperanza.























Gutierre vivió un largo tiempo en Valencia, en donde fue soldado a las órdenes de Carlos I participando, en 1541, en la Jornada de Argel. Durante su estancia en Italia entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él; leyó a Luigi Tansillo, Ludovico Ariosto y Pietro Bembo, pero su lírica se inspira fundamentalmente en la del toscano Francesco Petrarca, en la del valenciano Ausiàs March y en la del toledano Garcilaso de la Vega...Para saber mas pulse aquí.

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